¿Qué rentabilidad cabe esperar de una inversión en acciones?

Junto a la seguridad y la liquidez, existe otro factor importante que
determina la decisión de colocar capital en una determinada acción:
el rendimiento esperado que va a proporcionar dicho valor.
La rentabilidad de una inversión en bolsa viene dada por la suma
de tres conceptos:
a) El dividendo que perciben los accionistas como consecuencia
de los beneficios generados por la sociedad. En este apartado puede
incluirse la prima de asistencia a las juntas generales que algunas
compañías emplean para fomentar la participación de los accionis-
tas en este organismo.
b) El valor de los derechos de suscripción preferente, en el caso
de la venta de dichos derechos como consecuencia de una amplia-
ción de capital. En este apartado puede incluirse también la venta
de «warrants» u opciones concedidas al accionista en determinados
casos.
c) La plusvalía por la venta de valores, que está compuesta por la
diferencia entre el precio de adquisición y el precio de venta.
Los ingresos obtenidos (I) de carácter nominal serían la suma
de los tres conceptos (puntos a, b y c) antes citados. Pero esta suma
debe analizarse comparándola con la inversión realizada (C), lo que
nos da, para un periodo de un año en que se perciben todos los in-
gresos, la rentabilidad nominal alcanzada (R).
R = (I / C) x 100
Esta es una formulación muy sencilla que trata de determinar
simplemente el beneficio obtenido por la diferencia entre lo que
se ha invertido y lo que se ha recibido por una inversión en un pe-
riodo determinado, así como el porcentaje de rentabilidad que se
ha logrado, poniendo en relación la inversión, la desinversión y los
beneficios obtenidos.
Sin embargo, desde el punto de vista financiero es preciso tener
en cuenta los plazos en que se producen los ingresos y, con la uti-
lización de métodos de actualización, homogeneizar la valoración

de las cantidades que se percibirán en periodos distintos. Surgen así
los criterios del valor capital, la tasa de retorno, etc. También hay
que tener en mente las fluctuaciones en el valor de la divisa que se
emplea para invertir.
A modo de síntesis, el rendimiento de una acción depende de la
evolución de los beneficios distribuidos por la empresa emisora de
los valores y de las variaciones de las cotizaciones. El incremento del
importe pagado por dividendos y el alza de las cotizaciones propor-
cionarán mayor rentabilidad a nuestra inversión. Posteriormente, al
referirnos al análisis fundamental, concretaremos algunos métodos
de determinación de la rentabilidad de las acciones.
Por último, a la hora de determinar las plusvalías que nos aporta
una inversión hay que incluir los gastos asociados que ésta supone:
comisiones, tasas de corretaje, cánon de bolsa, etc.
3.6.¿Esnecesariodiversificarlasinversiones?
El término diversificación hace referencia a la posibilidad de des-
tinar un capital a la inversión en diferentes valores o activos. Si un
inversor apuesta por un único valor y sus títulos registran un com-
portamiento bursátil negativo, se perderá parte del capital invertido.
Sin embargo, si invierte en varios valores, unos pueden tener un
comportamiento positivo y otros negativo, con lo que se produce
un efecto de compensación.
Esta diversificación predicada para la inversión individual es
practicada habitualmente por las instituciones de inversión colec-
tiva, como, por ejemplo, los fondos de inversión, que colocan sus
capitales en una cesta formada por varios valores.
La diversificación de las inversiones puede realizarse de diferen-
tes formas:
a) Por monedas y países: Gracias a la libre circulación del capi-
tal, el inversor puede colocar su dinero con total libertad en algu-
nos mercados organizados exteriores. Esta diversificación permite
al inversor aprovechar los periodos alcistas de las bolsas exteriores
o de las monedas en las que se invierte, lo que implica un posible
doble beneficio: por incremento de las cotizaciones bursátiles y por
la subida de los cambios en divisas. Sin embargo, esta diversificación

añade al riesgo derivado del propio mercado de valores, el del mer-
cado de divisas. Esto exige un doble esfuerzo por parte del inver-
sor para entender el impacto de la fluctuación de la moneda en sus
posiciones. No obstante,la implantación del euro en los mercados
financieros desde enero del 2000 ha eliminado el riesgo del cambio
de divisas para las inversiones en valores admitidos en bolsas de los
países de la Unión Europea que han adoptado la moneda única.
Por lo general, invertir de forma directa en mercados extranjeros
es desaconsejable para el pequeño inversor sin experiencia. Además,
las comisiones aplicadas a la operativa internacional son elevadas y a
ellas hay que añadir las tasas por cambio de moneda que aplican las
entidades. Por ello, el inversor minorista que desee tener exposición
a mercados internacionales debería hacerlo a través de fondos de
inversión especializados.
b) Por valores negociables: comporta una distribución entre va-
lores de renta fija y variable, en las proporciones que el inversor
desee. Un inversor de riesgo tendrá una exposición a renta variable
–acciones– superior que a renta fija. Un inversor conservador dará
prioridad a la renta fija, frente a la renta variable.
c) Por sectores bursátiles: permite compensar los riesgos que lle-
van consigo las fluctuaciones económicas de los diferentes sectores.
Por ejemplo, si colocamos todo el capital en el sector inmobiliario,
y existe una crisis que se deprime las cotizaciones del mismo, habre-
mos perdido gran parte de nuestro dinero. Por el contrario, si inver-
timos en varios sectores, el factor compensación de las oscilaciones
puede aminorar el riesgo de pérdida. Eligiendo entre distintos sec-
tores se puede ajustar también el riesgo de una cartera. Por ejemplo,
las compañías que operan en sectores regulados (electricidad, gas,
etc.) suelen tener menos riesgo que otras con ingresos más variables
(financieras, tecnología, etc.).
d) Por empresas: la diversificación entre distintas compañías
de bolsa con escasa correlación entre sí tiende a eliminar el riesgo
asociado a una sociedad. Para carteras pequeñas se recomiendan un
mínimo de 7 u 8 valores, y para carteras grandes un mínimo de 15
valores diferentes, obviamente todos ellos con escasa o nula corre-
lación entre sí.